domingo, 12 de junio de 2011

Volviendo a las andadas.

Por mucho que lo intente no consigo entender nada. ¿A qué juegas? Te odio por hacerme feliz y después ignorarme, aunque lo niegues. Odio tu increible sonrisa, porque me pasaría horas mirándola, odio tu ojos verdes, esos tan bonitos que me hacen perder la cabeza, odio cada palabra que sale tu boca, porque odio esa voz tan dulce que tienes, odio cuando me tocas el pelo, porque me sonrojas, y odio cuando me dices lo guapa que voy, porque sabes que me encanta que me lo digas. Lo odio. Todo es como una montaña rusa. Al principio subimos a gran velocidad, y traspasamos las nubes. Luego descendió, tanto que llegué a tocar el suelo. Ahora está volviendo a subir, y no te niego que me encante, pero lo sigo odiando. Lo odio porque tengo miedo de que vuelva a caer en picado, sin control. ¿Pero qué estoy diciendo? Si yo jamás podría odiarte... Soy de las que piensan que no hay nada imposible, pero ¿odiarte? eso es una excepción.


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