jueves, 2 de junio de 2011

Me levanto, como buena luchadora que soy.

Odio sentir que estoy rozando el suelo, y ahora mismo estoy a dos centímetros de él. Pero como luchadora que soy me levanto sin derramar ni una sóla lágrima, con la cabeza alta, aunque con el alma hundida. Le miro cuando tengo la oportunidad de observarle, en silencio, como siempre. Le ayudo siempre que noto que lo necesita, que necesita alguien en quién desahogarse, siempre estoy ahí. Envidio a todo aquel que está a su lado, me gustaría ser yo quien le de conversación. Hago todo lo posible para conseguir su atención, pero lo veo casi imposible. Él, en cambio, me ignora, es como si no fuera nada para él, como si todas esas conversaciones por la madrugada no hubieran significado nada, ni cada abrazo, ni cada beso. Pero yo, como una tonta, voy detrás de su amor. No es que no pueda olvidarle, es porque no quiero hacerlo. Le necesito, y cuando quieres a alguien, y le miras, y algo dentro de tí, te dice "es él", es porque es la persona indicada, está echo para tí. Hemos estado muy distantes estas últimas semanas, pero no dejaré escapar el tiempo otra vez.



No hay comentarios:

Publicar un comentario