La clave es lanzarse a sus brazos, dejarse caer y que sus manos envuelvan tu cintura. Debes abrazarlo fuerte, muy fuerte, para que no se vaya de tu lado. Míralo sin decir absolutamente nada, ya que vuestros ojos desvelaran el amor que lleva escondiéndose tanto tiempo. Hazle reír hasta agotar todas sus sonrisas, llorar hasta que puedas secar todas sus lágrimas, tirarlo hasta que tengas el valor de tumbarte a su lado, llenarlo de caricias y susurrarle que sigues allí, que nunca lo has dado por perdido, y llenarlo de besos, aprovechando hasta el último minuto en que permanezca a tu lado, con el dulce sentimiento que recorre tu cuerpo, con ganas de más. Entonces es ahí, cuando empezará a volar.
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